Cómo la Independencia Financiera Fortalece el Liderazgo de las Mujeres en Colombia
- Laura Serna
- 28 ago
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Actualizado: 12 sept
La independencia financiera es mucho más que una meta económica. Es una forma de transformar realidades, de abrir caminos hacia la autonomía y de ejercer liderazgo con propósito. Cuando una mujer tiene el control de sus finanzas, también adquiere la libertad para tomar decisiones, impulsar su desarrollo personal y profesional, y convertirse en una fuerza de cambio en su comunidad.
En Colombia, los datos más recientes de 2024 y 2025 confirman que empoderar económicamente a las mujeres no solo mejora su bienestar individual, sino que también genera un efecto multiplicador que impacta positivamente en sus familias, territorios y en el desarrollo económico del país.
Contar con recursos propios disminuye la dependencia y fortalece la capacidad de actuar frente a situaciones de vulnerabilidad. Un estudio de la Pontificia Universidad Javeriana (febrero 2024) reveló que las mujeres con autonomía económica tienen mayor capacidad para salir de relaciones abusivas. De forma complementaria, la Fundación Nantik Lum ha visibilizado la violencia económica como una de las formas más extendidas y menos reconocidas de violencia de género.
Las brechas en el acceso al trabajo y la remuneración justa también reflejan la urgencia de seguir fortaleciendo el camino hacia la independencia financiera. De acuerdo con el DANE (diciembre 2023), la tasa de empleo femenino en Colombia se ubica en el 45,6 %, frente al 70,2 % de los hombres. Y aunque cada vez más mujeres participan activamente en el mercado laboral, persiste una penalización económica asociada a la maternidad: según ANIF (mayo 2025), las mujeres con hijos pueden llegar a ganar hasta un 48 % menos por hora que aquellas sin hijos, debido a las cargas del cuidado y a la falta de políticas laborales equitativas.
Frente a este panorama, surgen iniciativas clave que buscan cambiar la historia. El Fondo Mujer Libre y Productiva, por ejemplo, ha sido una herramienta fundamental para avanzar en esta transformación. Entre 2021 y 2024 movilizó más de $209.000 millones de pesos, beneficiando a más de 45.000 mujeres en todo el país a través de formación, acceso a recursos y acompañamiento técnico. En 2025, este esfuerzo se amplió con programas como “Ella exporta a África” y “Diversidades Autónomas”, que priorizan a mujeres afrodescendientes, indígenas, rurales y de la población LGTBIQ+, reconociendo la diversidad de contextos y desafíos que enfrentan.
Pero la verdadera transformación ocurre cuando las mujeres, con conocimiento y confianza, asumen el control de su economía. Invertir en su educación, impulsar sus negocios y proyectar su futuro les permite tomar decisiones estratégicas, generar ingresos sostenibles y posicionarse como lideresas dentro de sus familias y comunidades. La independencia financiera también fortalece las redes entre mujeres, esas que tejen confianza, comparten aprendizajes y abren puertas para que otras también crezcan.
Algunos datos refuerzan esta urgencia y esperanza: más de 45.000 mujeres fueron beneficiadas por el Fondo Mujer en 2024; el programa movilizó $209.000 millones de pesos entre 2021 y 2024; y, según el informe EVA – Igarapé, 99 mujeres al día fueron víctimas de violencia no letal en 2023. Cifras que nos recuerdan que aún queda mucho por hacer, pero también que ya estamos avanzando.
Y aunque no existe una fórmula única, hay cinco acciones que pueden marcar la diferencia en el camino hacia la independencia financiera:
Crear un presupuesto con enfoque de género.
Diversificar las fuentes de ingreso, incluyendo emprendimientos e inversiones.
Formarse constantemente en finanzas, negocios y liderazgo.
Planificar con visión el impacto de la maternidad en la trayectoria económica.
Conectarse con redes de mujeres que potencien el aprendizaje y la colaboración.
La independencia financiera no es solo una herramienta para mejorar las finanzas personales. Es un acto de liderazgo, una declaración de autonomía y una apuesta por una sociedad más justa. Invertir en las mujeres, en su educación financiera y en su capacidad para generar ingresos, es invertir en un futuro más equitativo, próspero y sostenible para Colombia.
